RUTA DE LAS PALOMERAS


     La caza ha sido durante siglos una actividad habitual en nuestro entorno. Primero como medio de subsistencia, más tarde como actividad lúdico-deportiva. Hoy ya son pocos los cazadores activos que quedan en Añezkar pero, junto con los de Larragueta y Oteiza, continúan subiendo al monte y manteniendo las mismas palomeras que fueron utilizadas por sus antecesores. Sea cuál sea la postura de cada uno con respecto a la caza, no se puede negar que ha formado parte de nuestro acervo cultural durante siglos.


     El itinerario que proponemos parte del pueblo de Añezkar, de donde se toma el camino del Cementerio. Una vez en éste ascendemos hacia la cima con el alambrado siempre a nuestra izquierda. Pronto nos encontramos con los primeros puestos de cazadores, unas simples empalizadas construidas en el suelo que aprovechan árboles y rocas para mantenerse estables.


     Más adelante comenzamos a ver palomeras en los árboles, algunas de ellas muy bien disimuladas. Hasta hace algunos años se construían sobre las ramas de árboles altos, utilizando el tronco como escalera. Hoy en día se utilizan andamios que las hacen mucho más seguras.


     La cresta rocosa va ganando altura progresivamente. Hay que estar atentos porque nos encontraremos un paso entre rocas que por medio de una escalera natural nos permitirá bajar al robledal de Larragueta. Justo al lado de este paso se encuentra una cabaña que durante años ha servido de refugio a los cazadores. Desde aquí nos dirigimos hacia el norte por un sendero mal marcado, sin apenas perder altura y sin separarnos demasiado de la pared rocosa que queda a nuestra derecha.


     En breve divisamos la primera de las caseta-palomeras que se encuentran en un collado surcado por otra alambrada que divide el robledal y el pinar. En estas casetas se practicaba la caza de paloma torcaz con cimbel, esto es, el empleo de palomas de plásitico o vivas que se movilizan mediante un sistema de cuerdas atrayendo así a bandadas altas de palomas que bajan confiadas hacia una zona accesible para los cazadores.


     Por un paso de madera atravesamos el vallado y bajamos por un sendero, esta vez bien marcado, hasta un pista forestal en la que nos dirigimos hacia la derecha rodeando la peña. Tras dejar atrás un portillo y algún que otro árbol caído, ya en la cara norte del monte, merece la pena detenerse en la vieja cantera a la que podemos acceder ascendiendo unos metros desde el camino. Se trata de una gran oquedad en la roca de la que, en los años cuarenta, se extrajo piedra que posteriormente se procesaba en un molino situado en el Alto de la cuesta de Añezkar. Todavía se puede reconocer el muelle donde se cargaban las vagonetas que luego bajaban por gravedad hasta el molino. Afortundamente, la piedra extraída era muy dura y tosca así que su dueño, un tal Vidaurreta, trasladó el negocio a Erice.


     El tramo final de la pista asciende hasta el borde del pinar, lugar desde donde bajamos directamente al pueblo recorriendo la parte alta de la ladera norte del monte Ezkidi.

Duración: 1h 30'